Reseña #71 - Cables de señal Primus, Speaker MKII y Power - Ricable Reseña

Nada más abrir los paquetes, me impresionó mucho la estética de los cables y el manejo, que daba una sensación de suavidad a pesar de la robustez. En definitiva, se trata de unos cables que inmediatamente contaron con mi favor tanto desde el punto de vista exterior como manual. Lo considero uno de los productos más afines a mi gusto estético.

He elegido el primer tema del CD de oro de Decca, Do Nothing till You Hear from Me; el incipit está compuesto por unos compases y respuestas entre el piano y el contrabajo, seguidos de un apretado fraseo entre ambos que nunca se dan un respiro. Bueno, lo primero que noto es la limpieza, la claridad del piano y el tono robusto, el vigor del contrabajo. La separación de los instrumentos es perfecta y su textura precisa, milimétrica. La amplitud de las siete octavas del piano, Duke las utiliza todas, y el frente sonoro es amplio y límpido en todas las octavas. El escenario sonoro es ligeramente limitado, pero sólo hay dos instrumentos. La primera prueba es excelente.
Para la segunda pista, elegí Cheek to Cheek, del CD de Verve, para tener una buena sensación del rango medio de las voces. La voz de Satchmo es magnífica, el piano de Peterson un poco apagado y los instrumentos en segundo plano, pero así es la grabación. Las voces están siempre en primer plano, agradables y suaves, nunca nerviosas, la textura instrumental es precisa y completa. El rango medio es excelente.
Entonces, con cierto temor reverencial, me aventuro a poner el incipit de la obra que acompañó a la película de Kubrick 2001: Una odisea del espacio. Sobre el Do del órgano y los contrabajos se desarrollan los armónicos naturales que las trompetas aportan al acorde de Do mayor, claro y preciso. Los timbales crean una atmósfera especialmente intensa y tensa. El sonido es preciso y presente, suave e intenso. La escena querría un poco más de amplitud, en cambio se queda un poco estrecha, pero cada instrumento encuentra sin embargo su lugar y su separación, incluso cuando las cuerdas presionan con fuerza, realzadas por las maderas y los timbales, antes de introducir el canto del clarinete acompañado por los violines. Toda la escena es precisa y clara, sufriendo sólo de un poco más de amplitud como ya se ha señalado con los dos instrumentos de Ellington y Brown.